Sobre la Exposición
Según se tiene noticia, ningún joven wixárika de San Miguel Huaixtita había tenido acceso a una cámara fotográfica antes de abril de 1997. En esta exposición estamos en presencia de algunas de las 2700 fotos realizadas en esa fecha por cien jóvenes de la escuela Taatutsi Maxakwaxi. Provistos con cámaras de un solo uso, los jóvenes descubrieron la fotografía, decidieron qué era digno y apropiado de fotografiarse y cómo querían capturarlo. Veinte años después, en el 2017, otra generación de la misma escuela repitió la experiencia: 100 jóvenes tomaron 2700 fotos con cámaras desechables. La mitad de las fotografías expuestas aquí pertenecen a este segundo periodo.
Yeiyari es la palabra wixárika para nombrar la caminata que se realiza de un punto a otro. Yeiyari funciona también como una metáfora para el concepto de historia, que no tiene un equivalente en la lengua y la cultura wixárika. Pensar la historia como yeiyari nos recuerda que el paso del tiempo, el transcurso de un punto a otro, es un recorrido en el que caben sucesos, ideas, transformaciones, pero en el que nunca está ausente el cuerpo.
En los dos grupos de fotografías realizadas con veinte años de distancia se puede apreciar que el cuerpo se transforma de muchas maneras: por una parte, los sujetos fotografiados son distintos, las modas de sus vestimentas cambian, y mudan los escenarios de fondo que son la naturaleza, la arquitectura, el pueblo. Por otra parte, ha cambiado también el cuerpo del fotógrafo que mira el mundo. Mientras que las fotografías de 1997 mostraban consistentemente escenarios completos y planos amplios, hoy, después de su experiencia con imágenes de la televisión y los celulares, las fotografías son diferentes. En las tomas más recientes, la naturaleza como contexto desaparece, y por el contrario, las caras cubren toda la superficie de la imagen. La amplitud y el contexto que observábamos en las fotos de otros tiempos, hacen lugar a la centralidad indiscutible de los sujetos.
1997, fecha en la que inicia el yeiyari de la fotografía wixárika, coincide con otro acontecimiento en la historia de la fotografía, esta vez de carácter global. En dicho año, Philippe Kahn creó el primer teléfono móvil con cámara fotográfica capaz de enviar fotos de forma inalámbrica. Quizás esta exposición, al mostrarnos como veían los jóvenes wixáritari antes y después de la aparición de los teléfonos celulares, de las imágenes ubicuas y los selfies, nos permita pensar en la transformación de nuestra propia mirada, en un yeiyari recorrido paralelamente.
Este acervo es de gran significado para la historia de la comunidad wixárika. En el transcurso de 20 años se revela una caminata íntegra, desde sus primeras fotos, hasta las fotos después del teléfono celular. Las fotografías son un testimonio personal, y por eso están acompañadas por un comentario de los propios fotógrafos en el que relatan su intención y su experiencia. Pero las fotografías constituyen más que recuerdos personales: son una muestra de la vida dinámica de los wixáritari, un pueblo cuya vida material, sensibilidad y aspiraciones se despliegan y transforman en el presente y hacia el futuro.
Sarah Corona Berkin